sábado, 16 de agosto de 2014

El Santo del Siglo de las Luces: San Alfonso María de Liguori. (III)

Y hoy, memoria del "Doctor Moralis", os traigo el tercer y último artículo de esta entrega que nos ha dado el buen amigo Tacho. Aquí podéis leer la primera y segunda entregas.




Alfonso, Apóstol y Obispo. 
San Alfonso escribe a Remondini, su impresor de Venecia y se encuentran alusiones a su salud, 4 de julio de 1761: “Soy anciano y mi cabeza me traiciona. También de día a día espero la muerte”. 13 de julio: “Casi cada año me aqueja una enfermedad mortal. También espero la muerte de un día para otro”. Pues bien, no llega la muerte sino su nombramiento para el obispado de Santa Águeda de los Godos. Grande es el desconcierto de Alfonso quien ya por dos veces ha rehusado el obispado de Palermo. Alguien viene entonces a sugerirle: “Pero usted puede rechazarlo”. Al punto Alfonso redacta una carta renunciando al episcopado y remite todo al enviado de la nunciatura no sin proveer a este de una buena propina.

Miren, -dirá poco después-, por esta bagatela he tenido que perder una hora y cuatro ducados. No cambiaria yo la Congregación por todos los reinos del Gran Turco”. Pero Clemente XIII mantiene su orden. Alfonso se somete: será obispo. Un obispo pobre, en una diócesis pobre; un obispo amigo de los pobres. Se cuenta que con motivo de su entronización episcopal, en julio de 1762, su secretario había mandado a preparar una buena comida. Aquello no fue del agrado del obispo: “Don Felice, -le dice-, que Dios se lo perdone. ¡Que cosa ha hecho! Hay tantos pobres que mueren de hambre y nosotros quisiéramos estar bien servidos”.

Emprende la reforma de su diócesis, mientras prosigue dirigiendo su Instituto, Alfonso, obispo misionero, decide una misión general en todas sus parroquias, ya que como el escribe: “el mayor bien que un obispo puede procurar a su diócesis es hacer que sin falta se predique la misión cada tres años”. Se moviliza a todos los religiosos de su diócesis para darla, y al mismo tiempo, con paciencia y energía, comienzan las reformas.

Lo primero, la reforma del clero y el Seminario Mayor, ordenando que su edificio se renueve por su estado lamentable, vela por la elección de los candidatos y la calidad de la enseñanza. Con su firme y bien sentido y su espiritualidad exigente y practica, guía la formación de los jóvenes y construye el porvenir. Consiente de sus obligaciones, despierta a todo su clero para que asuma sus propias responsabilidades frente al pueblo de Dios. Recuerda a los arciprestes y párrocos “la obligación que les incumbe de predicar todos los domingos y todas la fiestas solemnes, según la prescripción del Concilio de Trento, y de predicar de una manera sencilla y popular, adaptada a la clase de su auditorio.”

En fin, las parroquias se reforman, gracias sobre todo, a la acción perseverante de las misiones. Estas, por oleadas sucesivas, van remodelando el rostro de la diócesis. Las visitas pastorales del obispo y su testimonio hacen el resto ya que toda su vida proclama a Jesucristo. Multiplica los gestos de caridad, vende su vajilla de plata, sus mulas, su carroza. Se alza contra toda forma de injusticia y por otra parte no sin tener éxito: cuando el hambre se abatió en el Reino de Nápoles, se constata que la subida del precio del pan en su propia diócesis, tan pobre como las otras, es sensiblemente menor que en el resto del Reino. Igualmente llama a las Monjas Redentoristas de Scala para que funden en Sta. Águeda de los Godos: ellas serán, por así decirlo, el núcleo firme de la vida contemplativa de su ciudad episcopal y en toda la diócesis.

Por la pluma evangeliza su diócesis y el mundo entero. El horizonte de Alfonso no se limita a las fronteras de su diócesis o a los miembros de su Congregación. Es obispo de Sta. Águeda de los Godos, y también lo es para el mundo entero. Mantiene con la pluma una larga correspondencia. A petición de un obispo no duda en escribir incluso a los cardenales en 1774: “Ante todo, yo quisiera que el futuro Papa escogiera, entre los sujetos que le serán propuesto para cardenales, a quienes son mas doctos y al mismo tiempo mas celosos de los intereses de la Iglesia. También a mi parecer seria necesario proscribir el lujo de los prelados de quienes principalmente depende de la religión de los pueblos y la salvación de las almas. Por tanto, será necesario estar atentos cuando se trata de nombrarlos, informándose de diversas partes si los candidatos reúnen, junto con las costumbres íntegras, la ciencia necesaria para gobernar una diócesis”.

Para mirar por la salvación de la gente, muy especialmente del campo, Alfonso como san Vicente de Paul en el siglo precedente, se basa ante todo en las misiones parroquiales y también se basa en los escritos que son una misión permanente, una misión a domicilio. Por tanto escribe, y escribe mucho.

El Escritor
Antes de su episcopado Alfonso había escrito de 51 obras y todavía antes de su muerte escribiría otras 60 más. Sí, San Alfonso es el hombre de los medios de comunicación. Escribe como predica, es decir, para que todos lo comprendan. Este es el secreto de su éxito. Alfonso escribe para el pueblo. En un mundo donde la mayoría no sabe leer ni escribir, bastara una persona que sepa leer para que todos los asistentes puedan aprovechar sus escritos. Gracias sobre todo a Remondini, su impresor de Venecia, sus obras vienen a ser los “best- sellers” de toda Europa. Un total de 112 obras con mas de 20 000 ediciones y en mas de 70 lenguas. En la imposibilidad de hacer oír su voz hasta las extremidades de la tierra, quería llegar por sus escritos a donde su predicación no podía hacerlo.

La lista de sus best-seller es impresionante. Algunos entre los más conocidos:

VISITAS AL SANTISIMO SACRAMENTO Y A MARIA SANTISIMA. Hay mas de 2 000 ediciones y en una ocasión de un Congreso Eucarístico hubo que imprimir para una sola edición no menos de 250 000 ejemplares.
LAS GLORIAS DE MARIA. Desde su primera aparición en 1750, se han efectuado más de 1000 ediciones, sin contar otras ediciones parciales. Entre las obras Marianas de todos los tiempos, este libro constituye el de mayor circulación. Es el fruto de 16 años de intenso trabajo para poner por escrito al alcance del pueblo cristiano lo que el predicaba cada semana y meditaba desde su juventud; es decir, todo lo que de esencial y de verdad ha dicho la escritura y la Tradición sobre la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
PRACTICA DE AMOR A JESUCRISTO. Tiene 535 ediciones. En carta del 16 de noviembre de 1777 a su impresor Remondini, declaraba Alfonso que “de todas su obras esta, era a su parecer, la mas piadosa y la mas útil”. Su desarrollo se enmarca tomándolo del capitulo XII de la Primera Carta Paulina a los Corintios.
EL GRAN MEDIO DE LA ORACION. Cuenta con 238 ediciones. San Alfonso hubiera querido ser suficientemente rico para imprimir tantos ejemplares de este libro sobre la oración como cristianos hubiera en el mundo.
Así en 1757, escribe a los sacerdotes napolitanos LA INSTRUCCIÓN PARA EL CONFESOR. Escribe para todos los sacerdotes de Europa y por eso traduce este libro al latín con el titulo del Homo Apostolicus. Ya obispo, hace un resumen a los sacerdotes de su diócesis y lo traduce al italiano con el título de El confesor de la Gente del Campo. Esta obra aparece en 1764.

Con toda su obra maestra en este campo es la TEOLOGIA MORAL. Sale definitivamente bajo la forma de tres tomos en 4. Allí se encuentran unas 70000 citas de 800 autores. La calidad excepcional de este trabajo hará que mas tarde obtenga el título de Doctor de la Iglesia y patrono de los confesores y moralistas.

Como lo reconocen los historiadores, sus escritos han contribuido a renovar la moral y la piedad de fines del siglo XVIII, y durante el siglo XIX. Especialmente en Francia hombres como San Eugenio de Mazenod (21 de mayo), San Pedro Julián Eymard (2 de agosto), el Venerable Juan Claudio Colín, San Juan María Vianey (4 de agosto), o el Beato Antonio Chevrier (2 de octubre), serán grandemente influenciados por su moral y su espiritualidad.

El Encuentro con su Redentor. 
En el diario intimo de San Alfonso: “Asuntos de conciencia” (Cose di Coscienzia) las palabras que mas impresionan en la pagina 36 y que se remontan a los años de la fundación: “Jesús me ama..." y después, dos líneas mas abajo: "María me ama..."

Este era el secreto de su corazón: San Alfonso ha tenido la deslumbrante y cegadora experiencia de ser amado del Señor, de ser amado de la Virgen María. Su respuesta ha sido Amor por Amor. Cuantas veces no deja de repetir cuando predica: “Dios os ama… amadlo” (Dio vi ama, amatelo). Que sencillo parece, pero Alfonso va hasta el fin de este amor; ama a Cristo, ama a los pobres, ama a la Iglesia tanto como ama a la Madre de Cristo, nuestra Madre y nuestra Esperanza. Y tiene particular predilección por esa expresión que se encuentra al pie de sus dibujos de la Madona: “¡ESPERANZA NUESTRA, SALVE!

Con María siempre apóstol: hace mas de 200 años moría San Alfonso. Unas horas antes de su muerte pide: “¡denme a la Madona!”. Recibe entonces en sus manos la imagen que el mismo dibujo tomada de un cuadro de Carlo Dolci. Lo abraza, le habla le sonríe. Después se extingue en la paz el 1 de agosto de 1787. El campanario del convento de Pagani toca el Angelus de medio día. Alfonso se extingue, pero su fuego quema aun en el corazón de sus discípulos, Los Padres Redentoristas y Las Monjas Redentoristas.

La posteridad de Alfonso:
El 1 de Agosto de 1986, en las noticias de la mañana, un locutor de la televisión francesa anunciaba fríamente: “Hoy, primero de agosto, Fiesta de San Alfonso María de Liguori, Doctor de la Iglesia y fundador de una familia religiosa que ha desaparecido ya completamente”…. ¡Que equivocación! San Alfonso ha muerto, pero su Congregación esta viva como siempre recordando y continuando la obra de su Fundador. Forma parte de las 10 congregaciones religiosas más importantes en el mundo, tanto por el número de sus miembros como por su expansión geográfica.


Tacho de Santa María.

 

A 1 de agosto además se celebra a
Beato Juan de Jerusalén, carmelita.
San Pedro "Ad Víncula". 


Bibliografía:
-Taller de Profundización: Espiritualidad Misionera Redentorista. Cap. 13.Julio de 2000. San Luis Potosí, S.L.P. México.

-Espiritualidad Redentorista, Vol. 3. Jean Marie Sègalen. Roma, Italia 1994.

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2 comentarios:

  1. gracias por enseñarnos a conocer a este gran Doctor de la Iglesia.

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  2. Tacho: excelente reseña de este gran Doctor. Ojalá la gente no dejemos de leerlo. Reitero que tienes un estilo muy ágil de escritura. Gracias por compartir. Rodolfo de Gpe

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